La leyenda de Sac Nicté: la flor blanca que hizo temblar a los reinos mayas
Una leyenda de amor, que fue más grande que el poder maya y las alianzas, fue lo que hizo que una imponente ciudad quedará vacía.

Cuenta la leyenda que hubo una mujer tan hermosa, como prohibida que desencadenó guerra y el abandono de una ciudad majestuosa, esta historia nos presenta a Sac Nicté, cuyo nombre significa flor blanca en lengua maya, era la hija del gran ahau Hunacc Ceel, gobernante de Mayapán.
Desde pequeña fue considerada especial, conectada con la naturaleza y los presagios, a los 15 años conoció al príncipe Canek, señor de Chichén Itzá, y ambos quedaron marcados por un amor imposible.

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¿Por qué era un amor imposible?
Por razones políticas, Sac Nicté fue comprometida con Ulil, príncipe heredero de Uxmal. La unión buscaba fortalecer la alianza entre los tres grandes reinos de la península:
- Mayapán
- Uxmal
- Chichén Itzá
Agrupados en la llamada Liga de Mayapán. Todo iría perfecto para esta alianza de no ser, que el corazón de Sac Nicté ya pertenecía a otro y este no se iba a rendir tan fácil.
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¿Qué hizo Canek al enterarse de la boda?
Recientemente coronado como rey de los itzáes, Canek recibió una invitación formal para asistir a la boda de su amada con otro hombre.
La noche anterior a la ceremonia, un misterioso enano le habló: “La Flor Blanca espera entre las hojas frescas. ¿La dejarás marchitar en manos ajenas?”. Inspirado por esa advertencia, Canek tomó una decisión arriesgada.
Según el libro La Tierra del Faisán y del Venado, mientras la ceremonia nupcial comenzaba en Uxmal, con cantos y copal llenando el aire, Canek irrumpió con sesenta guerreros y, ante la mirada atónita de todos, arrebató a Sac Nicté del altar.
No hubo tiempo para reaccionar, el príncipe y la princesa escaparon hacia el sur junto con todo el pueblo itzá.
¿Qué pasó con Chichén Itzá?
Tras el rapto de la princesa durante la boda en Uxmal, la furia de los reinos de Mayapán y Uxmal no se hizo esperar. El príncipe Ulil, humillado frente a toda la nobleza del Mayab.
El rey Hunacc Ceel, padre de Sac Nicté, vieron el acto de Canek no solo como una afrenta personal, sino como una ruptura del equilibrio político y sagrado de la Liga de Mayapán.
Ambos gobernantes unieron fuerzas y marcharon con sus ejércitos hacia Chichén Itzá, decididos a castigar a Canek y recuperar a la princesa. Sin embargo, cuando llegaron a la ciudad, lo que encontraron fue silencio y vacío.
Chichén Itzá, la poderosa capital de los itzáes, había sido completamente abandonada. Sus calles, templos y plazas estaban vacíos. No quedaban sacerdotes, nobles ni guerreros.

Canek no solo se llevó a Sac Nicté, se llevó también a su gente, todo su pueblo emigró con él hacia el sur, hacia las tierras del Petén, buscando refugio en Tayasal, ciudad sagrada de los itzáes, ubicada en lo que hoy es el norte de Guatemala.
Allí, según la tradición oral, el amor entre Canek y Sac Nicté pudo florecer lejos de los conflictos y las alianzas rotas, pero nunca se les volvió a ver, desaparecieron para siempre, abandonando todo lo que conocían.
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