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Yucatan

Fosa Digna en Mérida, el lugar donde las ofrendas y flores rara vez llegan

En el cementerio de Xoclán, en Mérida, existe un espacio silencioso que guarda a cientos de personas que no fueron reclamadas por nadie


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Por: Alejandra Vargas

En una zona discreta del Cementerio de Xoclán, en Mérida, existe un espacio silencioso que guarda a cientos de personas que no fueron reclamadas por nadie, la llamada Fosa Digna. 

Aunque cada noviembre Yucatán celebra el Janal Pixán, una de las tradiciones más coloridas dedicadas a honrar a los difuntos, en la Fosa Digna los altares y flores rara vez llegan.

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Sin embargo, el nombre mismo del sitio busca recordar que toda persona, sin importar su origen o condición, merece un último descanso con dignidad.

¿Qué es la Fosa Digna y por qué existe en Mérida?

A diferencia de una fosa común, este lugar busca ofrecer una sepultura respetuosa a los cuerpos que el Servicio Médico Forense entrega al Ayuntamiento de Mérida cuando no hay familiares que los identifiquen o a quienes no cuentan con los recursos para pagar una bóveda.

Fue creada como una alternativa más humana a la tradicional “fosa común”, donde los cuerpos eran enterrados sin registro ni individualización. En este espacio, en cambio, los restos se colocan en bóvedas de cemento con un registro administrativo que permite su identificación en el futuro.

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Según datos municipales, en este sitio descansan más de mil personas, la mayoría sin nombre visible en las lápidas. 

Aunque para muchos pueda parecer un lugar del olvido, la Fosa Digna cumple una función social fundamental, garantizar que incluso quienes mueren solos o en el abandono tengan un lugar final bajo condiciones mínimas de respeto.

¿Quiénes descansan en la Fosa Digna?

Los cuerpos depositados en este lugar provienen principalmente de hospitales, albergues, centros de detención y calles de Mérida y sus alrededores. En muchos casos se trata de personas en situación de calle, migrantes, adultos mayores abandonados o víctimas de accidentes que nunca fueron identificadas. 

También llegan algunos casos de personas cuyos familiares, aun identificando el cuerpo, no pueden pagar una bóveda o cremación.

Cada cuerpo que ingresa pasa por un proceso de necropsia y registro, se documenta su número de expediente, características físicas y lugar de origen del hallazgo. Este archivo queda guardado por si algún familiar aparece tiempo después y desea reclamar los restos. 

Así, aunque la mayoría permanece en el anonimato, hay un intento por preservar su identidad y la posibilidad de que, algún día, alguien los nombre.

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¿Es la muerte el final del camino en la cultura maya?

La historiadora e investigadora del Centro de Estudios Mayas, Mercedes de la Garza, señala que para los mayas la muerte no era el fin, ellos creían en la inmortalidad del espíritu, en otra existencia después de la muerte del cuerpo.

Esa otra vida continuaba en diversos sitios, dependiendo de las causas de muerte: el cielo, para quienes eran sacrificados; el paraíso de la ceiba, para los que morían por alguna causa relacionada con el agua, y el Xibalbá, “lugar de los desvanecidos”, para todos los demás.

Mientras que los primeros eran relacionados con la energía y la vitalidad, el Xibalbá era el de la energía de muerte. 

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