Altares de mascotas adornan comercios en el centro de Mérida
La tradición mexicana que honra a quienes ya no están se adapta a los nuevos vínculos afectivos de la sociedad contemporánea, donde las mascotas son reconocidas como miembros de la familia.

En estas fechas previas al Janal Pixán y al Día de Muertos, el Centro Histórico de Mérida se ha llenado de una particular muestra de cariño y memoria: altares dedicados a mascotas fallecidas.
Diferentes comercios, desde cafeterías hasta tiendas de artesanías, han decidido rendir homenaje a esos compañeros que alguna vez formaron parte de sus hogares y que hoy son recordados como parte esencial de sus vidas.
Las mesas, repisas y rincones de los locales se ven adornados con:
- Fotografías de perros, gatos y hasta aves.
- Acompañadas de velas aromáticas.
- Flores de cempasúchil.
- Incienso.
- Juguetes que solían acompañarlos.
- Pequeños platos con croquetas, agua y golosinas.

La tradición mexicana que honra a quienes ya no están se adapta así a los nuevos vínculos afectivos de la sociedad contemporánea, donde las mascotas son reconocidas como miembros de la familia.
¿Por qué se han vuelto comunes los altares para mascotas?
De acuerdo con comerciantes y visitantes, esta tendencia ha crecido en los últimos años, especialmente entre jóvenes y adultos que han tenido una relación cercana con sus animales domésticos.
El sentido de pérdida que se experimenta cuando muere una mascota no es menor, y muchos encuentran consuelo al mantener viva su memoria en estas fechas simbólicas.

En algunos negocios incluso se invita a los clientes a dejar en una pizarra el nombre de la mascota que desean recordar o una pequeña nota escrita. También hay quienes llevan fotos para que se sumen al altar comunitario, creando un espacio de empatía compartida.
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¿Qué elementos simbólicos incluyen estos altares?
Aunque siguen la estética tradicional del altar de Día de Muertos, los altares para mascotas incorporan detalles que evocan la personalidad y los hábitos de cada animal.
No falta el plato favorito, un collar gastado, una pelota o incluso el suéter que usaban en invierno. El cempasúchil, flor que según la tradición guía a las almas de regreso a casa, se coloca con especial cuidado.

En algunos casos, los animales homenajeados forman parte de la historia del propio comercio. Hay cafeterías que recuerdan al gato que dormía sobre los sillones, tiendas que honran al perro que recibía a los clientes en la entrada o librerías donde un ave solía acompañar a los visitantes.
Estos elementos personales hacen que el altar no sea solo un adorno, sino un testimonio afectivo y narrativo de la convivencia diaria entre humanos y animales.
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¿Cómo recibe la ciudadanía estas expresiones de memoria?
La reacción entre quienes caminan por el centro ha sido diversa, pero predominantemente positiva. Muchas personas se detienen, observan, sonríen o incluso derraman alguna lágrima discreta.

Se trata de un recordatorio de la conexión emocional que las personas desarrollan con quienes consideran compañeros incondicionales.
Por otro lado, para quienes han perdido recientemente a una mascota, estos altares representan una oportunidad de procesar el duelo en comunidad, sin caer en el silencio que tradicionalmente suele acompañar esa pérdida.
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