Cactáceas de Tamaulipas: tesoro natural que busca sobrevivir al cambio climático
El desierto tamaulipeco enfrenta un nuevo reto: conservar sus más de 150 especies de cactáceas nativas ante el avance del cambio climático y el saqueo ilegal.

Entre el silencio del altiplano y la dureza del sol, sobreviven algunas de las plantas más resistentes y emblemáticas de México: las cactáceas de Tamaulipas. Sus espinas guardan siglos de adaptación, belleza y equilibrio ecológico, pero también una historia de lucha frente a la pérdida de hábitat, la sequía y el cambio climático que amenaza su existencia.
¿Por qué son tan importantes las cactáceas de Tamaulipas?
En Tamaulipas habitan más de 150 especies de cactáceas, muchas de ellas endémicas, lo que significa que solo existen en esta región del país.
Estas plantas no solo forman parte del paisaje del altiplano, sino que son esenciales para el equilibrio ambiental: almacenan agua, protegen el suelo de la erosión y sirven de refugio y alimento a aves e insectos polinizadores.
De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (SEDUMA) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), Tamaulipas es uno de los estados con mayor diversidad de flora desértica en el noreste mexicano. Zonas como Jaumave, Palmillas, Miquihuana y Tula son consideradas santuarios naturales de especies únicas.
“Cada cactus tiene una función ecológica. Su desaparición alteraría todo el ecosistema del desierto”, explican especialistas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, quienes colaboran en programas de monitoreo y conservación.
¿Qué amenaza a las cactáceas tamaulipecas?
El principal enemigo es el cambio climático, que ha alterado los ciclos de lluvia y aumentado la temperatura media en la región. A ello se suma el saqueo ilegal de ejemplares, que son extraídos para su venta como piezas ornamentales o coleccionables en el mercado internacional.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) ha realizado operativos en zonas del altiplano donde se han detectado casos de extracción clandestina, principalmente de especies catalogadas como en peligro de extinción o amenazadas.
“Muchas veces, los cazadores furtivos no entienden que un cactus puede tardar más de 30 años en alcanzar su tamaño adulto”, señaló un inspector ambiental consultado, quien subrayó la necesidad de reforzar la educación ambiental y la vigilancia comunitaria.
¿Qué acciones se realizan para protegerlas?
Tamaulipas ha comenzado a implementar una Estrategia Estatal de Conservación de Flora Nativa, que incluye la protección de áreas prioritarias, la reproducción controlada de especies en viveros certificados y la colaboración con comunidades rurales para evitar el saqueo.
Además, instituciones como la UAT, la SEDUMA y el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) trabajan en proyectos de restauración ecológica que buscan reintroducir especies en zonas degradadas y crear bancos de semillas para su conservación a largo plazo.
También se promueve el turismo ecológico responsable, una forma de apreciar estas especies sin dañarlas. “Ver un cactus en su hábitat es una experiencia que enseña respeto y conexión con la naturaleza”, comenta una guía ambiental de Tula, quien participa en recorridos educativos con jóvenes y visitantes.
Las cactáceas de Tamaulipas son mucho más que plantas del desierto: son guardianas del agua, símbolos de resistencia y patrimonio natural del estado. Su conservación no solo depende de las autoridades, sino de la conciencia colectiva de proteger aquello que, en silencio, mantiene con vida al desierto.







