Acordeones, descarrilamientos y hermanos “incómodos”
En México sobran pruebas de corrupción, pero faltan sanciones: los casos solo generan indignación, nunca rendición de cuentas.
En México parece que nada alcanza para demostrar la corrupción que todos vemos. Los sobres amarillos de Pío López Obrador llenos de dinero y la confesión incluso del presidente no le alcanzaron al INE para sancionar nada.
Los acordeones impresos para guiar el voto en la elección judicial no alcanzaron al tribunal para anular la elección. No era suficiente, dicen.
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El descarrilamiento del Tren Maya tampoco alcanzó para exigir cuentas de los 500 mil millones de pesos gastados, tres veces más de lo presupuestado. En México los escándalos alcanzan solo para indignarnos, pero nunca para rendir cuentas.
Aquí lo único que sobra es impunidad y mucho, pero mucho cinismo.