Conversación exclusiva con la Dra. Marian Vidaurri sobre cómo la inteligencia artificial está transformando América Latina
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cerca del 58% de los gobiernos reconoce no contar con marcos regulatorios ni con capacidades institucionales suficientes para gestionar adecuadamente el desarrollo y la implementación de la inteligencia artificial.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cerca del 58% de los gobiernos reconoce no contar con marcos regulatorios ni con capacidades institucionales suficientes para gestionar adecuadamente el desarrollo y la implementación de la inteligencia artificial. Esta falta de preparación resulta evidente en regiones con brechas estructurales, como América Latina, donde persisten desafíos vinculados a la infraestructura crítica, la conectividad digital y la desigualdad social. En este escenario, las reflexiones de la economista y politóloga Marian Vidaurri ofrecen un punto de partida esencial para comprender cómo la IA interactúa con estos retos y qué responsabilidades deben asumir los Estados para evitar que la tecnología amplifique las vulnerabilidades existentes.
A ello se suma que, según estudios del Banco Mundial y de la UNESCO, más del 70 % de la inversión global en tecnologías avanzadas, incluida la inteligencia artificial, se concentra en un número reducido de grandes empresas tecnológicas ubicadas principalmente en Estados Unidos y China. Dicha concentración de poder económico y tecnológico evidencia la urgencia de avanzar hacia modelos de gobernanza que garanticen la transparencia, la equidad y la rendición de cuentas.
Sobre este trasfondo, Marian Vidaurri analiza cuestiones clave como los sesgos algorítmicos, la manipulación informativa, las dependencias tecnológicas, la sostenibilidad del ecosistema de innovación y los riesgos de una adopción acelerada sin contrapesos institucionales, y enfatiza que la IA es un fenómeno político y social, además de tecnológico.
Desde tu punto de vista, Dra. Vidaurri, ¿qué papel le toca jugar a los gobiernos para que la llegada de estas tecnologías no termine profundizando la desigualdad?
Los gobiernos deben crear marcos regulatorios que impulsen una adopción responsable de la IA, fomenten la inversión en talento y tecnología, garanticen la inclusión digital y protejan a los trabajadores más vulnerables para evitar que se profundicen las brechas sociales. Sin embargo, aún se deben resolver desafíos estructurales que siguen pendientes, entre ellos el déficit de infraestructura básica crítica "como el acceso a internet, las carreteras y la modernización de los aeropuertos" y la persistencia de una amplia economía informal.
¿Te preocupa que los algoritmos puedan producir sesgos culturales y sociales que ya existen?
Me preocupa que las personas, incluso sin inteligencia artificial, sigan reproduciendo sus sesgos sociales e ideológicos inconscientes. La IA no es más que un reflejo de los datos con los que se entrena. La polarización política y social tóxica que atraviesa la región y el mundo en esta coyuntura resulta alarmante y no se resolverá mediante tecnología, sino a través de la conexión auténtica entre las personas, el diálogo respetuoso, el estar en desacuerdo de manera respetuosa, en fin, una nueva forma de interactuar con humildad y empatía hacia los demás. La polarización tóxica se combate en lo local; los cambios se logran transformando la mentalidad, una persona a la vez. La IA reproduce la realidad física y, efectivamente, puede intensificar esa polarización. Por ello, los usuarios deben ejercer responsabilidad al consumir información generada o distribuida por IA, especialmente en redes sociales.
También me inquieta que la manipulación de algoritmos, por parte de actores estatales y no estatales, se convierta en un nuevo detonante de conflictos, crisis políticas y sociales, e incluso dinámicas que puedan escalar hacia escenarios bélicos.
En tu opinión, Marian Vidaurri, ¿ves potencial para que la IA ayude a fortalecer la democracia y la transparencia en la región?
Sí, la IA puede fortalecer la democracia y la transparencia al facilitar el monitoreo de las políticas públicas, impulsar una participación ciudadana más activa, combatir la corrupción y promover la apertura de datos, siempre que se garanticen la privacidad y el acceso en condiciones de equidad.
¿Te inquieta la dependencia tecnológica de otros países más avanzados en este campo?
Sin los países tecnológicamente más avanzados, en especial Estados Unidos, gran parte de la innovación tecnológica de la que hoy depende el resto del mundo no existiría. Silicon Valley sigue siendo el epicentro de la innovación global, mientras que otros países continúan en un proceso de "catch up". Lo que sí resulta fundamental es impulsar un diálogo multisectorial y multiactor sobre la futura gobernanza y regulación de la IA, ya que la concentración de poder tecnológico en muy pocos conlleva riesgos evidentes. La burbuja de inversión en IA, que muchos expertos comentan que algún momento estallará, revelará los riesgos de mantener tanto poder concentrado en manos tan reducidas. La firma McKinsey estima que la inversión en infraestructura de IA en data centers será de 5.2 trillones de dólares para el 2030.
La conversación con la doctora en relaciones internacionales, Marian Vidaurri, deja entrever un escenario regional en el que la inteligencia artificial se instala como un factor de debate público permanente. Las implicaciones éticas, económicas, sociales y políticas de esta transformación seguirán marcando la agenda en los próximos años, especialmente en un contexto en el que la infraestructura, la gobernabilidad y la participación ciudadana avanzan a ritmos distintos. El rumbo que adopte la región dependerá, en gran medida, de la capacidad de sus instituciones y liderazgos para adaptarse a una revolución tecnológica que continúa acelerándose.





