¿Por qué es tan profunda la Línea 7 del Metro CDMX? No tiene que ver con bombas, sino con ingeniería
La profundidad de la Línea 7 del Metro es el resultado de decisiones técnicas bien fundamentadas, y aunque los mitos nunca falten, la realidad a veces es igual de fascinante que la ficción.

Si eres de los que toma a diario la Línea 7 del Metro, probablemente ya estás familiarizado con sus extensas escaleras eléctricas y sus túneles sin fin.
Esta línea, que va de El Rosario a Barranca del Muerto, es conocida no solo por su color naranja igual al de los vagones, sino también por la inusual profundidad de sus estaciones. Durante años, esta peculiaridad ha sido fuente de rumores y teorías que han capturado la imaginación colectiva.

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¿Por qué la Línea 7 del Metro de CDMX es tan profunda?
Durante mucho tiempo, en redes sociales, ha circulado la versión de que la Línea 7 fue construida a más de 40 metros bajo tierra para funcionar como un búnker en caso de ataque nuclear, siguiendo supuestos lineamientos similares a los del sistema subterráneo de Estados Unidos.
Esta hipótesis, aunque atractiva para los amantes de las conspiraciones, fue desmentida por el Sistema de Transporte Colectivo (STC). De acuerdo con el organismo, la profundidad real varía entre 25 y 30 metros, aunque en algunas estaciones si pueden llegar a los 40 metros, sin embargo, en ningún momento se proyectó con fines militares
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¿Entonces, por qué se encuentra a tanta profundidad?
La verdadera razón es mucho más técnica y está relacionada con la topografía de la ciudad. Según explicó en su momento la Gerencia de Obras y Mantenimiento del Metro, la Línea 7 atraviesa una zona con desniveles pronunciados, particularmente en las alcaldías Miguel Hidalgo y Álvaro Obregón.
Esta configuración del terreno obligó a los ingenieros a diseñar un trayecto más profundo para evitar pendientes demasiado pronunciadas que los trenes no podrían superar con facilidad. A diferencia de otras líneas que circulan por zonas más planas, esta ruta requirió una excavación mayor para mantener un recorrido estable y seguro.

¿Qué hace especial a la Línea 7 del Metro de CDMX?
Inaugurada por etapas entre 1984 y 1988, la Línea Naranja recorre 14 estaciones y conecta cuatro alcaldías clave: Azcapotzalco, Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Álvaro Obregón.
Estaciones como Refinería —la más profunda de la línea— y Tacubaya, que enlaza con otras rutas del sistema, la convierten en un eje fundamental para los traslados diarios de miles de capitalinos, que se desplazan incluso por zonas como Polanco o Santa Fe, nodos importantes de la economía de la CDMX.
Los usuarios frecuentes saben que transitar estaciones como Barranca del Muerto implica largos pasillos, escaleras interminables y túneles que parecen no tener final. Lejos de ser un inconveniente, este recorrido subterráneo representa una proeza de la ingeniería urbana.
Aunque la rutina diaria nos haga olvidar su complejidad, cada trayecto en la Línea 7 es testimonio del esfuerzo por adaptar el transporte colectivo a una ciudad tan desafiante como la capital mexicana.
En lugar de ser un escondite secreto, la profundidad de esta línea es el resultado de decisiones técnicas bien fundamentadas. Y aunque los mitos nunca falten en el Metro, la realidad a veces es igual de fascinante que la ficción.
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